El propósito corporativo inspira equipos, capta y retiene clientes y facilita la transformación del negocio, al tiempo que permite que la empresa no pierda su razón de ser y de hacer.

La transformación de toda organización, y más de las empresas medianas y pequeñas, va de personas. Y a estas les motivan las emociones (el para qué) y las razones (el por qué); es decir, el corazón y la mente. Sobre todo, si existe un liderazgo con visión, propósito y coherencia, que impacte en toda la organización. Ello es más necesario que nunca en el mundo actual, en el que sabemos que muchas cosas cambian, aunque hay otras que deben permanecer. Quizás más que nunca.

En estas circunstancias, todos sabemos, o al menos intuimos, que hay que hacer algo, aunque no sabemos muy bien qué, cómo y cuándo. Podemos no hacer nada, sobre todo si las cosas todavía nos van bien, pero es arriesgado; ya que vemos, cada vez con más frecuencia, que empresas que tuvieron éxito en el pasado reciente, desaparecen o han sido integradas en otras que fueron más precavidas, visionarias y decididas. O que al menos reconocieron la necesidad y se pusieron a ello.

En VERTA, creemos que si una organización posee un propósito noble, ético, realizable e integrado en sus principios corporativos (identidad, cultura, imagen y marca), este se convierte en un elemento esencial que impulsa la transformación y permite conseguir los objetivos estratégicos propuestos, al tiempo que impide el desarrollo de comportamientos que la sociedad sanciona, que pueden afectar gravemente a su reputación y hacer peligrar la propia existencia de la empresa.

Pero, ¿qué es el propósito corporativo? Porque si bien es cierto que en la mayoría de las organizaciones intuimos qué es, conviene precisar.

El propósito articula para qué y por qué el trabajo de la empresa es importante para el mundo (sin intentar salvarlo), y es la base sobre la que se construyen su misión, visión, valores corporativos, su identidad y la cultura de la empresa. El propósito se encuentra en la intersección de dos preguntas fundamentales: quiénes somos (¿cuáles son nuestras auténticas y distintivas fortalezas?) y qué necesidad humana satisfacemos en la sociedad, aparte de obtener beneficios para los accionistas. Posiblemente existen tantas respuestas a las preguntas anteriores como personas a las que preguntemos. ¿Cuál sería la suya? ¿La tiene?

El propósito, al responder a la primera pregunta (¿quiénes somos?), capta lo que es cierto acerca de la empresa cuando esta funciona bien, existe cohesión y hay armonía, tanto a nivel de la dirección como de la plantilla, así como con los agentes de interés y con los ecosistemas de la compañía.

Al abordar la segunda pregunta (¿qué necesidad humana satisfacemos?), el propósito aborda el pacto de la empresa con el mundo, con su comunidad inmediata. Desde esta perspectiva, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), en lugar de ser una obligación, se afronta como una oportunidad. Una empresa basada en un propósito afirmaría que, si desapareciera mañana, el mundo perdería algo significativo. En VERTA, tenemos claro que el propósito y la RSC no son una misma cosa.

En VERTA lo asumimos, y actuamos en consecuencia, teniendo siempre presente que el propósito es lo más profundo, perdurable, característico y diferencial que tiene una empresa. Es el centro del núcleo (emocional y racional) de la empresa, es decir, de sus principios corporativos; y, por lo tanto, de la identidad deseada, de su cultura y de su imagen. El núcleo de la empresa está formado por diferentes capas, en cuyo centro está el propósito; que es lo más permanente, lo más perdurable.

El propósito nace y reside en el corazón y en la mente del/de la Fundador/a, que se resiste a que cambie, porque cree en el mismo y es lo que le dio fuerzas, ilusión y pasión para alumbrar la empresa. Eso sí; si llega el momento en que el propósito se vuelve inviable, por las circunstancias que sean, hay que repensar y reinventar la empresa; y pasará a ser otra. Morirá la que había y nacerá una nueva.

Tenemos que ser conscientes de que tanto en el momento de la creación de una empresa, como en tiempos de cambio o transición, es fundamental que la/el Fundadora/Fundador (o quien lidere el proceso) sea capaz de generar confianza y desarrollar un sentimiento compartido de orgullo, pasión y compromiso. El propósito es capaz de ello e indica si una persona, a pesar de sus capacidades personales y profesionales, encaja o no en la empresa y debe pertenecer a la misma.

El propósito articula el para qué y el por qué del trabajo de una empresa; por qué es importante para el mundo, para la sociedad global y, sobre todo, para el entorno próximo, y es la base sobre la que se construyen también la misión, la visión, los valores corporativos básicos, los principios y la cultura corporativa en su conjunto, que percibe el mundo exterior a través de la imagen y la marca que transmite la empresa. El propósito es un ingrediente crítico (es lo más estable en un mundo en que casi todo cambia) para las iniciativas de cambio eficaces, un elemento esencial para una plantilla comprometida, una Estrella Polar que orienta en una era de transformación y de cambio permanente. El propósito, como veremos, no es la misión, ni la visión ni los valores, aunque los orienta a todos.

El propósito es el imperativo de los líderes que tienen una visión múltiple, más allá de la tradicional visión economicista, y trabajan, en consecuencia, en procurar un impacto y resultado positivo tanto económico (para todos los agentes de interés, no solo para los accionistas), como social y medioambiental. Es también un motivador esencial para la plantilla de trabajadores, a los que ayuda a que busquen y encuentren más que un salario, en forma de bienestar y desarrollo personal y profesional.

En este sentido, creemos pertinente recordar el propósito de VERTA:

Contribuir a la economía y prosperidad local y global, individual y colectiva desde una nueva concepción de la empresa

En VERTA, desde este compromiso, queremos compartir nuestra experiencia y conocimiento con nuestros clientes y seguidores para que, desde sus propios planteamientos y principios, identifiquen, expliciten o reencuentren su propósito, aquello que los hace únicos a través de su propia organización. Entendemos que las organizaciones deben reencontrar y actualizar (a las necesidades, oportunidades, prioridades y lenguaje actual) el propósito con el que se creó la empresa, conservando el espíritu del Fundador que la creó o, al menos, su esencia o valor diferencial.

Desde esa visión, nos proponemos ayudar a nuestros clientes, con el objetivo de impregnar del concepto y alcance de su propósito a sus equipos, mujeres y hombres, y hacer llegar el mensaje a todos sus agentes de interés.

Y recuerda: si eres tú quien está liderando el proceso de transformación, debes asumir cuanto antes que te corresponde la tarea de abanderar el propósito de tu organización, como lo hizo en su momento la persona que fundó la empresa. Y hacerlo más allá de las recurrentes pero meras declaraciones, convicciones o interpretaciones. Quien lidera la organización debe plasmar de forma ordenada y coherente su propósito, documentarlo y darle el valor y el sentido que quiere que tenga para todos los que la integran. Toca dar un paso adelante.